Lo llevas al colegio, al cine, al parque de atracciones, le compras juguetes, lo atiendes por la noche. Nadie duda que le quieres... Pero ¿se lo dices?.Del orden a las notas, pasando por el come, corre, ¡qué no llegas!...Y así pasan los días sin demostrarle tu amor con palabras, con besos y abrazos.
Relájate, es tu hijo y lo tienes que disfrutar. Cualquiera puede dar ordenes pero tu cariño es insustituible. Juanito necesita que le digas cuánto le quieres para crecer equilibrado y sentirse bien.
Cómo esperas que te abrace si por la mañana le sueltas un beso al aire, durante el día lo persigues con todo tipo de recados y por la noche agotada no estás para nada ni para nadie. Hoy le toca plan con la abuela y se va feliz con ella de su mano. Pero tú te quedas pensativa.
Fuera esos celos que sientes cuando ves a tu suegra que disfruta con su nieto y a él con ella ¡Cuánto le quiere! Y además tiene tiempo suficiente para demostrarlo. Y quien dice la yaya, la tía, o la vecina.
Es tu hijo el que gana con tantos afectos. Que quiera a muchas personas y que le quieran. Que se moleste en visitarlas. Acompáñale a ver a la tía Federica que tiene una enfermedad, a la abuelita a llevarle pasteles, a comprarle unos jabones a su tío Juan porque es su cumpleaños...
ME DIJISTE QUE ME QUERÍAS Y AHORA...
Sé dar amor.
Soy alegre.
Me siento feliz.
Estoy seguro de mí mismo.
Tengo buenos recuerdos de mi infancia.
Afronto con equilibrio las malas rachas..
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