Con las gradas puestas en marcha en el último momento, los trabajadores siguen recogiendo sus herramientas, y persistentes ecos de las protestas de todos los años contra la inversión EE.UU. $ 15 mil millones en un evento que muchos de los brasileños consideran prescindibles, la Copa Mundial de la FIFA comenzó el 12 de junio en São Paulo con una ceremonia más bien escaso que ni siquiera asistió a Dilma Rousseff.
Muchas de las críticas se han dirigido en los estadios - doce en total, la mayor cantidad en la historia de la Copa Mundial -, que en conjunto han costado más de EE.UU. $ 3 mil millones, una cantidad que se incrementó en la corrupción endémica, la mala planificación, e incluso la vida de ocho trabajadores. Aunque el presupuesto no ha sido muy elevado, en comparación con otras infraestructuras, muchos en Brasil creen que tal inversión se habría dado más frutos en campos como la salud, la educación o el transporte, y que la atención del mundo y la imagen de progreso económico que los eventos de este tipo dan no se corresponden con la realidad de un país aquejado de graves problemas socio-económicos.
Sin embargo, el Brasil de la Copa del Mundo de fútbol deja un puñado de obras icónicas. Seis de ellos son nuevos, de la Arena Pantanal, en Cuiabá, construido por el GCP oficina local con madera certificada, a la Arena Pernambuco Itaipava en Recife por Fernandes Arquitetos, enclavado en un barrio de cerca de 5.000 viviendas, pasando por los das Estadio Dunas de Populous en Natal; la Arena de São Paulo por Aníbal Coutinho, y la Arena Amazônia - rodeado por el exuberante bosque de Manaos - y el Estadio Nacional de Brasilia, estos dos por Gmp, en colaboración con los ingenieros de Schleich Bergermann und Partner. Este consorcio alemán también es responsable de la renovación del estadio más emblemático de Brasil, el Maracaná, en Río de Janeiro, cuyo techo ha sido sustituido por una membrana de luz de fibra de vidrio y teflón sostenido por varios anillos de tensión, así como para el Estadio Mineirão, en Belo Horizonte. Cerrando la lista se encuentran las obras de las prácticas locales, como la Arena de la Baixada en Curitiba, la Arena Fonte Nova, en São Salvador da Bahia - escena de la debacle española, estadio Beira-Rio en Porto Alegre, y, finalmente, el Castelão, la primera estadio de este evento para obtener un certificado LEED.
Fuente: www.arquitecturaviva.com
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